Tomado del libro Jim Morrison, Mort ou Vif, de Hervé Muller. Ediciones Ramsay. 1991. Traducido del francés por Raúl Lino Villanueva.
Hervé Muller es una de
las muy pocas personas que conocieron a Jim Morrison en París, meses antes de
su muerte. Aquí nos cuenta lo que fue su experiencia de unos pocos días con Morrison.
París, 7 de mayo de 1971.
“…JI-IM-M-MOR-RI-SON!”. De las profundidades de mi sueño, escucho una voz desencarnada…Golpes sordos….Abro un ojo renegando. No había duda, tocaba a la puerta. Con insistencia.
Una
voz entrecortada, aparentemente muy cansada por los seis pisos que había subido
sin ascensor, se esfuerza gimiendo lo más fuerte posible: “Soy yo,
Gilles….es-toy-ah-con-ahh-Ji-him-ah-Mo-oh-rrr’son…(suspiro)…Ah…bre……”.
Renegando y no muy bien despierta, pero con más coraje que yo, mi novia, Yvonne,
se levantó con un largo suspiro para abrir la puerta. Apenas abierta, la
combatiente gira sobre si mismo bajo el peso combinando de nuestro amigo Gilles
Yepremian y la forma titubeante que lo acompaña…
Yvonne
y yo vivíamos en esa época en un gran estudio, en los techos de un viejo
edificio, plaza Tristan Bernard, en la Av. Ternes. Dos amigos, de pasada en
Paris, un belga y un gringo pasaban la noche en casa. Este último de repente se
despertó, por todo la bulla, y se sienta, pensando en el hashis que tenía en su
mochila: “¿Es la policía!?”
No
era la policía.
El
desconocido se suelta, pasa el umbral de un paso incierto y sube la mirada
hacia nosotros…Esta vestido con un especie de mandil sucio y un jean que debe
pararse solito. Unos mechones ocultan su rostro hinchado en donde distinguimos
algunos vestigios de rostro angelical de antaño…Este
vagabundo gordo borracho sería Jim Morrison? IMPOSIBLE!
Oscilando
de forma inquietante, hace una señal con la mano incluyendo Yvonne y yo y nos
lanza: Hi, you g-guys! How’y’doin’, uh? Si
le saludo es apenas comprensible, tanto las sílabas que llegaban a pasar el
umbral de su labios se telescopeaban, su voz, por el contrario, sorprende por
su volumen sonoro, y sobre todo por la claridad del timbre, inmediatamente
reconocible, contrastado. A pesar del contexto, escuchar lo me recuerda
rápidamente “When the music’s over” y su legendario We want the world and we wanit….NOW!
Now?
Esta noche el mundo puede dormir tranquilo, Jim Morrison a olvidado hasta su
propia existencia: acaba de caerse, directo delante de él, como un árbol
abatido, acostado borracho en nuestra cama. Es pesado el ogro. Yvonne y to
logramos empujarlo lo justo para recuperar una esquina donde pasar el resto de
la noche acurrucados, con Jim Morrison roncando a nuestros pies! A principios
de mayo poca gente sabía que Jim Morrison estaba en París. Y como la grasa y la
edad habían modificado su fisionomía, no era reconocido muy seguido.
Como no hacía nada por ocultarse, la noticia se filtra. Una noche, en el Barrio
Latino, encuentra con los miembros de un grupo americano instalado en París,
Clinic. Pasa la noche entera con ellos, bebiendo y cantando. Siempre es que por
el intermediario de un amigo de los miembros de Clinic supe que Morrison
estaba, o estuvo, en París. La sorpresa fue cuando una noche…
El Rock'N'Roll Circus....luego cambió de nombre, pardojicamente, a Wiskhy a Go Go.
Gilles
comienza entonces a explicarnos el cómo y le porqué de esta extraña visita
nocturna. Es en el pasadizo que sirve de entrada al Rock’N’Roll Circus que lo
encontró, totalmente borracho, insultando a los que llegaban al bar. El
seguridad lo botó. El amigo Gilles entró entonces a ayudar al cantante en
perdición. El problema era que una vez haberlo sacado de allí no sabía qué
hacer con él, entonces lo metió en un taxi y lo trajo a casa. “Bueno….bien….debo
irme. Nos vemos”. Gilles se fue e Yvonne y yo nos miramos, luego miramos la
masa acostada en nuestra cama.
La
mañana siguiente, después de emerger de su sueño, mira alrededor suyo…”¿UDs quienes son? ¿Dónde estoy?”...pregunta
en inglés., un poco sorprendido. Le explicamos. Ríe diciendo que no recuerda
nada. Lo más sorprendente es que se le ve fresco, como una rosa. Como lo que
tenemos para ofrecerle por desayuno no es de su agrado, nos invita a los cuatro
a desayunar fuera.
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